Ayer me iba a entrenar y como estaba atrasada tuve que tragarme el almuerzo y correr al paradero. Iba con mi música muy fuerte y no escuchaba nada del entorno. Siento que el hombre de al lado mío comienza a hablarme, me quito un audífono y me pregunta cuál es la forma más rápida de llegar a Providencia. Sigo escuchando música, luego de responderle, pero nuevamente siento que me habla. Esta vez guardo la música y comenzamos a tener una bastante agradable conversación. La verdad es que él me contaba que vive en Temuco y que se fue para allá por trabajo, que ahora estaba en la casa de los suegros y que había comprado una bata de toalla para su señora, para él y para unos regalos (no sé por qué llegó a contarme eso).

Pasó por el paradero una niña que no veía hace más de un año y ofreció llevarme al metro, pero yo vi a mi amigo que se iba a quedar solo esperando la micro y le dije a esta niña “¿puedes llevar a mi amigo del paradero?”. Nos subimos al auto y nos bajamos juntos en el metro.

Empezamos a conversar, llegamos a que era judío y yo lo llené de preguntas que estaban en mi cabeza hace ya algún tiempo sobre su religión. Me hizo un pequeño resumen del Judaísmo y me habló de unos filósofos que tienen relación con la economía.

Ya estábamos haciendo combinación en Tobalaba cuando me cuenta que era gerente de una inmobiliaria en Temuco. Me reí y el me preguntó que me pasaba. Le conté que tenía una tarea y tenía que entrevistar a un gerente. Le conté de qué se trataba la entrevista y comenzó a responderme. Llegábamos a Pedro de Valdivia y él estaba terminando su monólogo acerca de las empresas y haciendo la comparación con el Banco de Chile y el banco Edwards. Llegamos a Manuel Montt donde él se bajaba me preguntó como me llamaba y me dijo “un gusto María Paz”.