15.7.07

Era de noche del día que llegamos. Compramos cerveza y salimos, porque estaba más helada el asa. Pensé en sacar las llaves, pero no lo hice (nadie sabe por qué) y preferí preocuparme de que quedara junta la puerta. Estábamos cantando idioteces a voces cuando sale la Sofi de la casa, se escucha un PAFF seguido de un “¿alguien tiene las llaves?”, con una voz de no querer decirlo. Changos!!! Nos habíamos quedado afuera!!!. La primera noche y ya no teníamos casa. Me imaginaba pasando de largo para al otro día ir a buscar a un cerrajero. La única ventana abierta era una que está a más o menos 5 o 4 metros de altura. Como persona optimista dije “pico…nos quedamos afuera” entre risas y un puhuta, cómo es posible en mi cabeza. Pero yo no estaba sola y no contaba con su astucia. La Sofi, con cargo de conciencia, trataba de hacer, con su espíritu de cheer, una elevación y llegar, pero ni con eso llegábamos. Otras dijeron “vamos a buscar a los bomberos” (que idea tan factible), “vamos a pedir una escalera”. En mi cabeza había un “quien chucha nos va a prestar una escalera a esta hora” y miraba la ventana que seguía muy arriba. Fui a buscar cerveza (quedaba la mitad de la botella), rellané mi vaso y, después de una competencia de tomarselo al seco, pasan cinco minutos y escucho que vienen con una escalera. Bajo rápidamente instalo la escalera y trato de subir. Me paran, porque debía tener cuidado por lo menos poner bien la escalera y que me la afirmaran. Era una escalera tijera que tuvimos que abrir y tirar una pata para que fuera la continuación. Después de tener todas las medidas de seguridad correspondientes, no sé cómo, porque la cerveza me tenía un poco mareada (ya era el tercer vaso en poco tiempo), subo la escalera, trato de llegar a la ventana, me afirmo un poco y con los brazos hago fuerza ( parecida a la que uno hace cuando se sale de una piscina no por la escalera) para elevarme hasta pasar y entrar a la casa.

Me encanta que sean tan ingeniosas.