Era innevitable
Hay cosas que en algunos momentos son difíciles de contener. Si uno pasa cuatro días en una misma casa con amigos, se hace inevitable hacer bromas. Por selección natural fue mujeres contra hombres. Empezamos nosotras. La verdad, es que sí no hubiéramos empezado, a lo mejor nadie hubiera hecho nada. Había que hacer algo y quisimos que fuera muy molestoso, como buena broma que debía ser. Concluimos en dejar nuestros celulares con las alarmas programadas las 6.00 am y escondidos en toda la pieza.
Eran las 5.30 am y nadie se iba a ir a acostar en bastante tiempo más. La fiesta estaba re-chida y todos estábamos en plena. Tuvimos que, cuidadosamente, para que nadie se diera cuenta, cambiar la hora de la alarma de los celulares para las 7.00 am. Nos fuimos a acostar y nos dormimos esperando una terrible venganza. Estábamos ya en el segundo sueño cuando, un grito infernal y un escandaloso golpe en la puerta de nuestra pieza, nos despierta con el corazón en la mano y el pulso muy acelerado. Nos juntamos todas esperando que se tiraran arriba o algo así. No pasó nada, solo nos tiraron los celulares de vuelta.
Al otro día, en la mañana, estaban medios picaditos. No les costó tanto encontrar los celulares, pero se enojaron, porque estaban cansados. No quisieron vengarse por lo mismo, pero nosotros mantenemos la idea de que no tienen alma de juego, que son unos tontos graves y que no tienen imaginación.
Lerpita, personaje que cobró vida en esta salida, no pudo quedarse tranquila. Se le ocurrió una brillante idea… agarró todos los trajes de baños masculinos y los usó como adornos en un árbol. Tenía que haber una consecuencia de eso y no esperábamos menos. Cuando llegamos de ir a dejar a la Fran, aparece una fila con nuestra ropa amarrada que luego fue colgada en el mismo árbol. Lindos… trataron de hacernos una broma, pero fueron muy poco originales.
Lo importante es que todos terminaron apoyando la moción de que la mejor broma fue la nuestra!
Eran las 5.30 am y nadie se iba a ir a acostar en bastante tiempo más. La fiesta estaba re-chida y todos estábamos en plena. Tuvimos que, cuidadosamente, para que nadie se diera cuenta, cambiar la hora de la alarma de los celulares para las 7.00 am. Nos fuimos a acostar y nos dormimos esperando una terrible venganza. Estábamos ya en el segundo sueño cuando, un grito infernal y un escandaloso golpe en la puerta de nuestra pieza, nos despierta con el corazón en la mano y el pulso muy acelerado. Nos juntamos todas esperando que se tiraran arriba o algo así. No pasó nada, solo nos tiraron los celulares de vuelta.
Al otro día, en la mañana, estaban medios picaditos. No les costó tanto encontrar los celulares, pero se enojaron, porque estaban cansados. No quisieron vengarse por lo mismo, pero nosotros mantenemos la idea de que no tienen alma de juego, que son unos tontos graves y que no tienen imaginación.
Lerpita, personaje que cobró vida en esta salida, no pudo quedarse tranquila. Se le ocurrió una brillante idea… agarró todos los trajes de baños masculinos y los usó como adornos en un árbol. Tenía que haber una consecuencia de eso y no esperábamos menos. Cuando llegamos de ir a dejar a la Fran, aparece una fila con nuestra ropa amarrada que luego fue colgada en el mismo árbol. Lindos… trataron de hacernos una broma, pero fueron muy poco originales.
Lo importante es que todos terminaron apoyando la moción de que la mejor broma fue la nuestra!