Hoy recibí una llamada de emergencia. Era mi hermana diciéndome que me estaban esperando para ir al partido, el cual yo había pensado que estaba suspendido porque nunca supe la hora. En fin. La cosa es que estaba en La Plaza Ñuñoa, esperando una de esas micros que pasan cada ochocientos años. Le dije a la Maite que se cambiara de ropa rápido, que tomara un short y una polera para mi, ah, y que no se olvidara de mis zapatillas, que fuera corriendo al paradero para que cuando yo pasara por ahí, ella se tomara la misma micro. Todo resultó como lo habíamos planeado hasta ese momento, pero comenzó a fallar el plan cuando al micrero se le ocurrió irse lo más lento que podía (típico que cuando uno está apurado el micrero anda lento y cuando uno está con tiempo de sobra, acelera. Valla uno a saber por qué). Llegamos al metro Tobalaba, usamos la nueva tarjeta bip de la Maite (estaba hasta en su sobre) y nos subimos al metro que a pesar de que iba lleno aun se podía respirar. Llegamos a la siguiente estación y una estampida de algo parecido a los monos entró y quedé incrustada entre los otros primates…ya casi no se podía respirar y si hubiera podido, le hubiera pedido a la gente que dejara de hablar (¿como no piensan en el bien común?). Al fin llegamos a Universidad Católica. Caminamos hasta Diagonal Paraguay con Portugal hasta mi futura facultad (o tal vez sea mejor no adelantarnos a los hechos jajaj). Estaban todos ahí, en pleno calentamiento. Corrimos al baño, me cambié de ropa, elongamos y ya era hora de jugar. Changos, no jugaba hace ya casi 2 meses y los últimos fueron fatales. Bueh, ya estaba ahí. A la Ingrid se le ocurre ponerme de central y empezamos a jugar. Tomamos la delantera rápidamente, pero después empezó el asma, terrible…el oxígeno se preocupaba de mover mis piernas y mi cabeza cada vez funcionaba menos. Estos chicocos, a pesar de que no sabían jugar, no se cansaban de correr. Nos tomaron la delantera y no pudimos dar vuelta el marcados (que técnico suena eso). Llegó el segundo tiempo (el primero duró más de 25 minutos…eso es sin parar de correr) después de unos 15 minutos de descanso (que eran justos y necesarios). Yo ya me había aburrido de ser tan lady y pensé… “son hombres!!!! Que tanto si les pego un poquito”… Tal vez fue un error o quien sabe. La cosa es que había un muchacho alto que se le ocurría lanzar de afuera cada vez que tenía el balón y como era tan alto y tiraba fuerte nadie lo podía agarrar…. Hasta que…..tomó el balón, di un paso adelante y antes de que se le fuera a ocurrir saltar, lo tomé. Parece que ellos no están muy acostumbrados a jugar así :S. Claramente ese acto iba a traer algún comentario… él dijo “uhh que rico”. Creo que lo que más me extrañó, fue que no supieran que es lo más normal del mundo hacer eso (claramente en algunos casos uno se aprovecha, pero shhh eso se queda entre nos). Después supongo que se le pasó la wea cuando le llegó un combo de mi parte en la nariz (claramente no intencional).Terminamos el partido y ellos nos ganaron, yo por otra parte terminé respirando como tuberculoso. Todo cambió cuando Sonia Herrera (entrenadora) nos invitó a comer de esa basura del McDonalds.