Era todo un estudio de grabación. Estaban totalmente planeados con anterioridad todos los movimientos, los diálogos, la escenografía, los post-it pegados en el auto, el frío infernal, la música. Todo calzaba perfecto, cada paso tenía su momento de climax máximo. Sólo dos personas no estaban al tanto del libreto y no se sabían los diálogos. Un cerebro maestro tenía todo bajo control.