alistarse, listos...ya!!!!!: 04.08

26.4.08

25.4.08

A veces me pasa...

Me quedé dormida y perdí la primera clase. No sé cómo pero desperté y vi que mi celular estaba apagado, siendo que lo había dejado en la noche prendido, con suficiente batería y con la alarma. Tomé desayuno lo más rápido que pude, me duche y saqué todo lo necesario para el día. En general me demoro harto en todo y hoy no fue la excepción. Me demoro más menos 30 minutos sí la micro pasa rápido, de lo contrario puedo demorarme 45 o más. Salí a las 9.15am de mi casa y mi clase empezaba a las 9.40 (la segunda, porque la primera estaba perdida totalmente). Tenía 25 minutos para llegar. Sabía que llegaría tarde, la pregunta era cuánto.

En el paradero había un joven haciendo dedo a los autos y después de varios intentos fallidos logró subirse al jeep del dueño de Bellota. Se preguntarán por qué sé que es el dueño de Bellota. Pero la respuesta es fácil. Como vi que el joven se subía, corrí y le toqué el vidrio poniendo cara de pena y me subí también al auto seguida de una cantante que invité a subir porque sí. Luego de las respectivas presentaciones el señor dueño/gerente de Bellota, amablemente, nos preguntó cuál era nuestro destino final. El joven iba a la ARCIS, la cantante iba al teatro municipal a trabajar y yo a la universidad!!!!. Todos le quedábamos de pasada.

Unos de los grandes temas salieron a la “mesa”. La educación. Fue un interesante debate sobre la educación, específicamente en la calidad de las universidades privadas. (Cada uno de ustedes puede opinar lo que quiera sobre las privadas y las ¿estatales?).

Llegué a mi destino. El dueño/gerente de Bellota me dejó un Portugal. Llegué sólo 10 minutos atrasada. Bastante aceptable. La lata fue que la clase no fue un gran aporte y no puse atención (me quedé llenando una hoja de mi agenda con estrellitas).

17.4.08

15.4.08

LIBERTAD!!!






Hace ya un tiempo

Estaba enferma y los tejidos de mi piel se iban degenerando rápidamente y no podía hacer nada. Me ardía todo el cuerpo como una herida permanentemente abierta. Me tocaba las manos y comenzaba a arderme, sentía mi piel débil, sin vida, áspera con unas especies de costras. Me avisaron que la enfermedad ya era terminal que sólo tenía que esperar a que toda mi piel desapareciera y para eso me envolvieron, igual que a una momia, entre vendas. Tenía miedo, no quería morir, la piel no dejaba de arderme y me sangraba la nariz y una herida que tenía al lado de ella sin parar. Me soné y la hemorragia no cedía. Al menor roce comenzaba un dolor intenso en todo mi cuerpo que tenía que aguantar por varios minutos para que terminara. Abrí el vendaje de mi cuello y vi, frente al espejo, sangre fresca esparcida desde mi hombro hasta mi pecho que me produjo horror. Tenía miedo, pero al mismo tiempo resignación, estaba esperando acostada a que pasara. La enfermedad era contagiosa y me aislaron junto a los enfermos como yo. Pero había algunos de ellos que no les importa lo contagiosa que podía ser, yo los desaprobé, pero siguieron tomando del mismo vaso que las personas sanas que luego se juntaron con nosotros a conversar sobre el plan. A mi me seguía ardiendo el cuerpo, pero cada vez me acordaba menos del dolor. Las vendas empezaron a soltarse, después de llevar a cabo partes del plan, y me di cuenta de que la enfermedad no había alcanzado mis piernas que, en ese momento, decidí dejar libres. Y yo seguí con el plan.

7.4.08

6.4.08