30.7.07
6.7.07
El transantiago no puede ausentarse en los blog/flog/(inserte aquí todas las opciones que guste)
Desde que se implementó el transantiago que no he dejado de escuchar quejas. La verdad es que, a pesar de que generalmente tengo cosas que hacer, todavía tengo paciencia para esperar la micro y irme apretada en el metro o en la micro. Pero esto no es sobre mi estado de ánimo o predisposición con el famoso transantiago. La cosa es la siguiente, en cada micro/metro que me subo encuentro un personaje o pasa algo.
Ayer, muy temprano iba, con un compañero, a dar mi último examen antes de salir de vacaciones: el anhelado examen de economía. Estaba haciendo la combinación a la línea uno y unos segundos antes de que se empezaran a cerrar las puertas, siento un empujón muy brusco en mi espalda. Miro para atrás y hay dos hombres (digo hombres para mantener la compostura) pegándose a patada limpia en la mitad del pasillo entre los asientos. Todo el mundo se corrió, un niño paró a su hermano que estaba sentado en el suelo, otros trataban de separarlo, etc. Un guardia entró y todos exigieron que sacaran a ambos personajes incivilizados. Nos quedamos conversando con una señora con un acento que no supe deducir de donde era y con los hermanos. Para cerrar el acto, una niña, que se encontraba junto a la puerta, comienza a bailar, de una forma particular, al ritmo de la música que llevaba en sus oídos.
Hoy, en la micro, un personaje se subió por la puerta de atrás. Al lado de él iba un joven y yo, a su vez, iba al lado de aquel joven. Resulta que el personaje empezó a alegar por algo y yo no lograba escuchar totalmente, porque estaba escuchando música, pero la situación me daba una risa que no podía disimular. El joven me miraba, mientras yo me reía, y sonreía. Me saqué un audífono para poder entender algo más y el personaje le alegaba al joven y éste le respondía. La situación era la siguiente: “Oye loco no me empují…hay que ser consecuente en la vida, es lo único que nos queda” “no tío, si si no lo estoy empujando, es el vai ven de la micro” “no me veai la cara de gil…. y no vai a hacer que me enoje, porque me tomé dos armonil”. Con ese detalle yo ya no aguantaba más, la risa era insostenible. No sé por qué, pero el joven comenzó a hablarme y se entabló una conversación bastante simpática.
La verdad, es que a mi, el transantiago, aparte de las largas esperas, no me afecta negativamente casi en ningún aspecto. Camino dos cuadras, me tomo una micro que me lleva al metro y camino a
5.7.07
EL Minotauro
Tenía una casa grande y con apariencia de castillo. Jugaba a correr por el techo escapando de algo. El juego terminaba cuando tenía que saltar, desde el borde de una muralla de dos metros de altura, con esa sensación de desesperación cuando alguien te persigue y la única opción es correr hasta donde se pueda, pero nunca puedes correr a máxima velocidad. Cada vez hacía caminos distintos, y a pesar de eso, nunca supo cómo siempre llegaba al mismo borde de la muralla. Cada vez, se tenía que armar nuevamente de valor para saltar. La niña se sentaba en el borde y, con los pies colgando, se dejaba atraer por 9,8 m/s2 y al llegar al suelo terminaba con ese hormigueo en los pies tan desagradable.