Caminé al lado de esa línea amarilla, me desplacé hacia la izquierda. Perdí el equilibrio, traté de agarrarme de algo, pero no encontré nada. Miré para poner los pies en la parte que yo pensaba que era menos peligrosa. Pude controlar mi cuerpo y caer de pie en el cemento. Se acerca un señor con uniforme amarrillo y empieza a mover algo para tratar de sacarme. Me pide que tenga cuidado en no doblar los dedos y me pone un especie de guante metálico. En ese momento pasó algo muy rápido por el lado mío y tuvo que correrse, con un movimiento brusco, para no aplastarme. Logré salir de ese hoyo. Nadie, de los ahí presentes, se enteró de lo ocurrido.
Cuando estaba donde debería haber estado siempre, una señora me dijo “bebe a bordo”. Yo ya me había dado cuenta y le pregunté si quería sentarse. No, ella solo quería que la gente tuviera cuidado con su barriga. Entendí toda su preocupación. El resto estaba abstraído del entorno. Logré poner mi mano entre un señor y ella, apoyándome en la puerta. Salimos y tratando de ayudarla nos despedimos. La busqué y la vi, pero nunca supe sí logró sentarse.
Después de un descanso tuve que volver. Pensé que sería peor, pero todo estaba bien. No había que cantar victoria tan rápido. Bajando, vi a una señora mirando hacia abajo con las manos aleteando tratando de buscar un apoyo. Tal como yo lo hice antes de caer. Ella también daba manotazos al aire, y yo no quería que se cayera. Le pregunté si se sentía bien y no fue capaz de responderme. Seguía con la mirada en sus pies, pero se esforzaba para verme o decirme que no, que se sentía mal y que no lograba bajar por sí sola. Le agarré el brazo y sentí su falta de fuerza. Tuve que agarrarla poniendo mi otro brazo dando una vuelta por su espalda. Traté de contenerla, le pedí incluso ayuda a un señor que miró con total indiferencia. Lo logramos. Pudimos llegar y por fin pude verle la cara. Mostraba una debilidad increíble. Yo ya no podía hacer nada más por ella. Le pregunté como estaba, le dije que se quedara ahí y que tomara aire. La gente me empujaba y tuve que moverme. Me quedé tranquila porque se acercó un él a ayudarla y parecía que algo entendía.