alistarse, listos...ya!!!!!: 06.07

26.6.07

Baul de los recuerdos

Encontré ésto por ahí...sé que tiene sentido para algunas personas....


“Caminante pie, tierra, pie arriba tierra, pie arriba tierra, siga, siga dos cuadras más adelante y dobla a la izquierda. Gracias! Pie arriba tierra, pie arriba tierra, siga, siga, tres alzadas de manos y no grite tan fuerte que lo estamos escuchando. Una pausa para pensar, ahora son dos caminos.

Siguió marchando con la pesada costumbre sobre los hombros, la misma calle, el mismo portero, la misma lista gravada de datos desagradables. Paso arriba paso y arriba, gírala 180 grados y cientos de caras, casi tan comunes como su pesada costumbre sobre los hombros.

¿Por qué no me cansa? No, las ojeras no anulan mi afirmación.

Un letrero insiste en recordarle que ya no le quedan más días. Se angustia en un mar de incertidumbres, de decisiones precipitadas, de alternativas a) b) c) d) o ninguna de las anteriores. ¡Despierta! acaba de tocar y sigues ahí mirando a la nada.

El caminante se transforma en observador, sus pupilas crecen casi 3 centímetros, ¡que te pasa si son las mismas de siempre! Entendió que cada rostro era como el ruido de su pie… arriba tierra, pie arriba tierra. Entonces siguió caminante y observó su muñeca, el puntero seguía moviéndose, igual de lento, casi tan común como la pesada costumbre sobre sus hombros.

¡Un zumbido! Movimiento, ¡aprecia el día! Carpe Diem.”

“¿Entonces? Seguía caminante, incluso dejó de acordarse del último pie arriba tierra que acababa de hacer. Un ruido molesto lo impulsa a girar nuevamente en 180 grados la manilla dorada, instalada en la puerta azul. Sigue caminante, el mismo cartel pegado, la misma ventana plagada de sueños voladores. Vuelve a girar la manilla y un vozarrón unido a una gran sonrisa despiertan asustado al inerte caminante. Dos palabras le bastaron para entender que la costumbre sobre sus hombros nos era sino el recuerdo de sus pasos plagados de historias, y no siguió en la inercia, no siguió con la mirada perdida en el horizonte, abrió 6 centímetros ambos ojos, y sonrió.”

6.6.07

En la micro....

Me subí a la micro y pedí el asiento que me correspondía. Sentí que alguien se sentaba al lado mío. Pregunté donde estábamos y me enteré que recién habíamos llegado a Bilbao. Sentí que el resto de los pasajeros comenzaba a alegar y no logré entender muy bien el por qué. Había mucho ruido, la micro se paró y se escuchó un “hasta aquí no más llegamos”. Con eso me quebraron todos los esquemas, tuve que nadar con mis manos para tratar de agarrarme de algo. Escuché una voz que me decía “¿te ayudo?”. Como estaba todo oscuro, la esperé, bajamos cuidadosamente esos escalones que tanto odio y ella me tomaba del brazo y me hablaba. Me llevó a la micro que estaba recogiendo a los desafortunados. Me ayudó a subir y ella misma se preocupó de que me dieran el asiento que me correspondía.

Necesitaba saber donde estaba y ella me orientó (lo poco que podía). Estábamos llegando a Vespucio. Pero yo tenía que bajarme un poco más allá, ella me dijo amablemente que me avisaría cuando llegáramos a Manquehue. Bajé de la micro, lo extendí y me fui a mi destino.